En la sociedad del conocimiento estamos bordeando nuevos paradigmas para reconfigurar la familia y reescribir la educación. Será más visible el cambio, si aprendemos con nuestras propias preguntas, proponiéndolas y debatiéndolas en los grupos y comunidades de aprendizaje; porque la verdad es una construcción colectiva.
domingo, 24 de octubre de 2010
Poder, hacer y aprender
domingo, 23 de agosto de 2009
LA DISTANCIA ENTRE LAS ÉPCAS
Resulta útil comprender los entornos como si fuesen lugares cerrados para poder ubicar la existencia humana, como un grupo de lugares, a los cuales se introduce y se sale de manera simultánea. Un modelo mental de burbujas en un recipiente es un buen ejemplo para comprender la existencia de las personas, las cuales tiene en su frente un letrero mientras se encuentre en una burbuja específica. Ese letrero denuncia el conjunto de normas y condiciones que resultan útiles para estar dentro de ese espacio. No podría afirmar si esto es bueno o malo, pero sí es importante comprender que resulta claramente distintivo.
Quiero referirme a los distintos contextos que utilizan las nuevas generaciones. Los jóvenes están en la casa “contexto hogar” van a la escuela “contexto pedagógico para enseñar” van a un salón de Internet “contexto cibernético” están con sus grupos de amigos “contexto social íntimo” etcétera, etcétera.
Cada lugar es un contexto cultural diferente que podemos situar en condenadas temporales y espaciales. Las personas asumen esta idea, como "un mundo diferente”. De esta manera los estudiantes viven migrando de un mundo a otro.
LA CULTURA DE LA ESCUELA
Para poder existir en la escuela, es necesario aceptar una serie de postulados propios de dicha cultura que prevalecen porque le dan significado a su existencia desde hace 300 o 400 años. Este mundo escolar ha querido asimilar los objetos que llegan externos, como la televisión intentando hacer una adaptación de un instrumento pedagógico llamado televisión educativa. Igual circunstancia asumió frente a la radio, un posible instrumento para educar y ahora es posible que llegue el computador y quiera asimilarse como un “instrumento pedagógico para educar”. El mundo de la escuela se comporta como una esponja que quiere absorber a su mundo, los distintos componentes que llegan del exterior.
La institución educativa pretende hacer una traducción de dicho componente tecnológico a su quehacer cotidiano, por cuanto carece de los conocimientos que permiten su aplicación de manera autónoma. Nunca se dio la construcción de una infraestructura para una emisora escolar, de esta manera la radio quedó afuera. Tampoco se construyeron estudios de televisión escolares y por ello también quedó afuera. No viene pasando ni pasará lo mismo, con la tecnología informática; porque su traductor y conductor está dentro de la escuela y poseer los conocimientos, o por lo menos el potencial para adquirirlos y hacer uso de este componente invasor. Algunos autores con razón o sin ella, han descrito dos clases de personas: los que son “inmigrantes” y los que son “nativos” del mundo informático. Por tanto debemos entender que el ingreso del computador a todos los sitios: la case, la oficina, la escuela etc, han sido invadidos con "tecnología y pilotos navegantes incorporados"
La cultura del mundo moderno dentro de un entorno mucho más amplio, empezará a quedar relegada como la capacidad de disponer información de forma muy amplia, en distintos entornos y dominios del saber. Se estima tener "cultura general" lo cual no es más que haber vivido atento a las distintas formas de exposición a la información de diferentes disciplinas. Una conexión con las distintas formas de saberes no había existido nunca antes en la historia de la humanidad, entonces el contexto de "un instrumento pedagógico para enseñar" no tiene sentido cuando los nuevos navegantes no reciben bitácoras de viaje en sus procesos de aprendizaje, sino que escoge sus propias rutas particulares para aprender. De esta manera el discurso de los profesores resultan ser caminos demasiado cortos que no motivan, que no profundizan, que tienen alcances limitados y no resulta retadores a las nuevas capacidades de aprendizaje de las nuevas generaciones.
LA "NO CULTURA DEL ESCUELA"
Parece que las nuevas generaciones en su fantasía, pueden estar viajando en la máquina del tiempo. Ingresan en la mañana a una institución del siglo XVIII y IX. Llegan la casa donde existen un conjunto de artefactos del siglo XX como la radio la televisión los libros las enciclopedias y los textos guías. Algunos pueden ir al café Internet del siglo XXI o desde su casa pueden estar navegando, compartiendo con “redes sociales” donde la ubicuidad es un paradigma superado, porque pueden estar conversando con distintas personas simultáneamente de su propio colegio, de su propia ciudad o de distintos partes del país o de otros países mientras están haciendo las tareas, “bajando música” de todas partes del mundo y navegando por diferentes sitios que les permiten reconocer un mundo que de alguna manera le es negado en su vida rutinaria escolar
De alguna manera los educadores están siendo mirados por los alumnos desde una perspectiva superior en términos de oportunidad para aprender, por las nuevas generaciones. En otras palabras, están siendo considerados de manera cruel y displicente, como personajes desactualizados y que guardan un profundo silencio por motivos culturales, tecnológicos o contractuales, frente a las nuevas oportunidades de aprender, porque persisten en enseñar y no proponen estrategias para aprender porque sienten que pierden el control, la autoridad y el mando.
La institución educativa está encerrada en la propuesta de la enseñanza como un modelo que ha sido útil y ha producido resultados en los últimos 300 años, pero a veces pierde la perspectiva de reorientar su estrategia para reconocer la capacidad que tienen las nuevas generaciones de asumir en forma cada vez más autónoma sus propios retos y necesidades de aprender.
En términos de la teoría de la calidad hay una clara tendencia a desconocer al alumno como un protagonista del proceso, esto significa que el producto “lo tiene que consumir” sin que el cliente directo pueda opinar sobre sus características y expectativas de calidad. En los sistemas de calidad existe una clara tendencia a transferir mecánicamente desde el sistema productivo la teoría de los procesos, cuando se normalizan sistemas de gestión en educación.
Se desconoce la "voz del cliente" como principal protagonista del servicio que ofrece la institución educativa. ¿Cuántos planes de mejoramiento se han convertido en estrategias de aprendizaje? ¿Éstos planes son producto de identificar no conformidades en el uso de los instrumentos pedagógicos?. Habrá que mirar las acciones correctivas propias de la auditorías de calidad para evidenciarlo.
Alguna vez escuchaba como crítica a los países que habían optado el modelo socialista, que se compraba una sola tela para que todo el mundo vistiera igual y de esa manera se reflejaba la conducta de la equidad social para todos. Muy al contrario, los procesos de aprendizaje son cada vez diferentes en cada uno de nosotros. Igual que los albores del capitalismo con el carro negro idéntico para todos inventado por Henry Ford. De manera análoga resultan ser las explicaciones del docente cuando todo el mundo tiene que "hacer silencio, no distraer y escribir lo que se dicta".
viernes, 24 de julio de 2009
LA CALIDAD ESPERADA
Pensar en el concepto de la calidad es un proceso que implica demasiadas variables, las cuales confluyen de manera simultánea y desde diferentes perspectivas. Podríamos recordar algunas definiciones simples como lo es: la satisfacción del cliente, la eliminación de los desperdicios, la estandarización y el control del proceso etc.. Para la mayoría de los administradores educativos el proceso de la certificación, ha sido un conjunto de actividades que han ordenado significativamente los procesos de gestión y administración. Se ordena de manera sistemática un grupo de procesos vinculados directamente con la administración y el soporte institucional para los procesos de la operación educativa. De alguna manera ha sido visto como una cualificación que permite darle valor agregado, en contraprestación a la inversión hecha por los costos de la asesoría y la certificación propiamente dicha. “Se ha hecho una gran inversión”
Para puntualizar cada una de estas definiciones sin ser muy exhaustivos, sería deseable que evaluara “la voz del cliente” al cual se le debe entregar una serie de servicios que garanticen su satisfacción. ¿La pregunta de saber cuál es el cliente sería el primer reto conceptual a resolver? Los programas de certificación de calidad han dado mayor nivel de satisfacción al cliente… alumno? o al cliente… padre de familia?. Al revisar algunas políticas de calidad he podido identificar en algunas instituciones que se involucran ambos grupos de personas, pero no resulta lo suficientemente claro y evidente, cuáles han sido los cambios que permiten reconocer los indicadores que existían antes del proceso de certificación, para poderlos comparar con los indicadores que podemos establecer y mirar la satisfacción de los servicios entregados “a los alumnos o a los padres de familia”. Los procesos fundamentalmente han continuado iguales. Desde el punto de vista de generar conocimiento en clase no hay planes de mejoramiento. Darle mayor participación, acercamiento para provocar mayor satisfacción a los padres de familia; contrasta con las prohibiciones y controles del manual de convivencia y reglamentos internos. Indicadores alrededor de estos temas están totalmente ausentes o por lo menos son casi imperceptibles.
Para la segunda definición, pudiéramos preguntarnos ¿cuáles serían los desperdicios que se han eliminado? En los procesos de clase todavía continúan los dictados, existiendo herramientas de transcripción y transferencia de información tan ágiles como los propuestos por los sistemas informáticos. La disminución de los tiempos en los cuales un grupo de contenidos pueden llegar a ser dominio de los alumnos, no se identifican como corregidos o disminuidos. El grupo de contenido sigue siendo relativamente igual y con la misma duración. Los docentes resultan igual de ocupados, repitiendo los mismos procesos sin una mejora identificable. Por el contrario se han aumentado las actividades, llenando los “registros de calidad” los cuales no son resultado de la gestión en operación en el gerenciamiento de la rutina diaria, sino que son procesos adicionados a los ya existentes para continuar haciendo lo mismo, con un poco más de trámites y documentos.
En cuanto al control de los procesos que permitan evitar la variación y hacer correctivos a partir de las identificar las “no conformidades” como podría ser la pérdida de una materia, pues el no alcanzar los logros planeados, lo cual es un resultado no deseado, no se identifican en las auditorías acciones correctivas, porque son ajenas al proceso y son responsabilidad del alumno. Las acciones correctivas que permitan planes de mejoramiento, análisis de causas para diseñar proyectos que permitan la disminución de las no conformidades, ni tampoco se perciben actividades grupales que permitan ver registros de las herramientas de la calidad como: análisis de Pareto, diagramas causa efecto, ni cuadros comparativos que permitan reconocer las posibles fuentes de desviación etc. Siguen todavía las ansiedades de los padres de familia esperando periodos de dos meses para ver los resultados. El deseo de poder reconocer: ¿Qué acciones correctivas o cómo puede participar en las políticas de calidad para el mejoramiento del rendimiento académico de sus hijos, no es una característica de la calidad.
Como especialista en sistemas de gestión de la calidad y como pedagogo, no observo de manera objetiva el impacto en la calidad en las instituciones que he observado. Quisiera identificar los posibles procesos de mejoramiento en las habilidades que desarrollan los alumnos, en la incorporación de competencias y destrezas adicionales y nuevas, después de implementar procesos de mejoramiento continuo. Queda muy claro que se ha generado empleo en los consultores y se han aumentado los ingresos a las empresas certificadoras, pero el impacto en las familias, en la innovación de los procesos pedagógicos, en la incorporación de mejoramiento tecnológico de los procesos, todavía queda mucho por trabajar y por lograr.
Otra cara de la moneda puede ser el reconocimiento las características de la calidad. Cuando los procesos son prestados a los clientes como por ejemplo: mayor tiempo de dedicación en la atención a las necesidades de los clientes. Asumo que se ha aumentado el número de horas disponibles para poder atender a los padres de familia. Cuando ello ocurre la satisfacción salta a la vista y se mejoran las relaciones de comunicación entre el docente y el padre de familia, lo cual pudiera verse como indicador en el número de horas disponibles de cada profesor para dedicarse a dicha actividad. Cuando hay una facilidad en la adquisición de la información que se necesita, como la expedición de documentos. La aclaración de las dudas a unas notas o calificaciones recientes a la evaluación, refleja de alguna manera, simple y diáfana la presencia de procesos de calidad. Cuando se disminuye el número de llamadas y tiempos de espera de un padre de familia para poder contactar a un docente y resolver alguna inquietud respecto del comportamiento de su hijo se identifica la calidad. Dicho en otros términos “la calidad a veces es difícil implementarla pero es muy fácil percibirla”
Es deseable que sea notorio en los estudiantes el deseo de querer aprender y saber. Se ven incrementadas las habilidades de investigación y el manejo de uso de la información con las nuevas tecnologías que el entorno le ofrece. La observación parece indicar que han sido más los procesos de aprendizaje no escolarizados los que han dotado a las nuevas generaciones en el uso de los nuevos componentes que ofrece el mercado, como los celulares, las máquinas de DVD, los computadores, las videograbadoras etc. Es evidente que este aprendizaje está en las nuevas generaciones, puesto que son llamados por algunos autores nativos de la era tecnológica, mientras que las personas que son sus docentes, los cuales son inmigrantes a estas tecnologías, guardan relativo silencio y en algunos casos prohíben el uso de componentes de comunicación que pudieran tener una enorme utilidad en la difusión de la información, el conocimiento y las habilidades comunicativas. Hay muchas cosas que están aprendiendo las nuevas generaciones en ambientes no escolarizados, los cuales no son un reflejo de implementación de acciones correctivas, ni de planes de mejoramiento, ni de implementación de nuevas variantes pedagógicas producto de la implementación de sistemas de calidad en la institución educativa.
Sí es claro que este tipo de aprendizaje sí impacta fundamentalmente el uso de estos componentes en la familia. Son las capacidades investigativas de los jóvenes los que resuelven los problemas técnicos y de operación con dichos componentes, para las personas adultas. Las nuevas generaciones no pueden imaginarse el mundo sin un chat, la vida sin comunidades virtuales como el facebook, el Messenger etc. Más bien son nuevas preocupaciones de las cuales no han acciones correctivas, ni planes de mejoramiento, ni liberación de producto, ni formación o capacitación para el uso idóneo, como parte de los procesos pedagógicos y educativos en los planes curriculares. El uso excesivo de estas herramientas sincrónicas despierta más preocupaciones de tipo ético y normativo, que la posibilidad de proyectos de investigación para su aplicación en los procesos de aprendizaje.
Finalmente el docente cierra la puerta y en el escenario del salón de clase se reproducen procesos de poder y de imposición que no obedecen a un diseño de grados de libertad en la administración o la gestión de procesos. Son pocos los casos donde se identifican manuales de procedimientos o instructivos que enriquezcan la planeación de las actividades de aprendizaje, al interior del acto educativo. Con la puerta cerrada, hay el silencio de los alumnos que temen desarrollar autonomía, porque pueden ser tildados de “indisciplinados” que temen probar su polivalencia en nuevas habilidades, porque temen ser tildados de “dispersos y desatentos”. Después que la puerta está cerrada, muchos alumnos renuncian a defender sus propias ideas y argumentos, porque temen ser tildados de “rebeldes o líderes negativos”, porque su principal actitud debe ser quedarse quieto, callado y escuchar la mayoría del tiempo. Porque el debate interrumpe el silencio y ser distinto y diferente son actos de desviación de la norma y el sueño de “Juan Salvador gaviota” es sinónimo de subversivo.
El escenario de la calidad deberá ser una actividad más perceptible como indicadora de los procesos de cambio, de incorporación de las tecnologías que propician el despertar de nuevas habilidades y destrezas propias de la sociedad del conocimiento.
domingo, 31 de mayo de 2009
DEBATE POR EL CLIENTE
Es de vital importancia conocer en términos de la calidad ¿quién es el cliente? Para la mayoría de los negocios y las empresas puede ser una respuesta simple. Más aún, es casi necia la pregunta. En el sistema educativo no resulta tan obvia dicha respuesta.
No es fácil definir en términos del conjunto de procesos que operan en el sistema educativo, identificar si la satisfacción está siendo percibida por el usuario directo del proceso, como puede ser en unos casos el alumno, o en otros el padre de familia. De un lado la familia está generando los ingresos al sistema en valores de matrícula y mensualidades, lo cual da soporte económico a la institución y en términos de la calidad al sistema de gestión.
Los requerimientos del cliente alumno, están más centrados a los aspectos estrictamente metodológicos y pedagógicos que dan soporte al conjunto de tareas que desempeñan los docentes en sus actividades de trasmisión y transferencia de conocimientos y de soporte a proyectos formativos. Las expectativas del cliente y las características de calidad en este caso, serían las demandas en términos de servicio, clase amena y pertinencia, es decir útil para la vida. Pero la voz del cliente alumno, no es escuchada por cuanto un alto porcentaje de los procesos relacionados con los aprendizajes, son de naturaleza pasiva en el caso de los alumnos. El alumno es un espectador del servicio que recibirá. Pocas veces es un demandante en términos de requerimientos y especificaciones.
El padre de familia como cliente no posee canales que le permita definir las expectativas en las especificaciones del servicio que está pagando. Tampoco está recibiendo de forma directa el resultado de las actividades de los procesos diseñados al interior de la institución. De forma indirecta está percibiendo los resultados de la actuación del sistema y espera que los resultados obtenidos en los procesos de aprendizaje de sus hijos, correspondan a las especificaciones propuestas por el prestador del servicio. En términos de los conocedores de la teoría de la calidad, se hablan del literal referido al contrato con el cliente, lo cual es una responsabilidad de la gerencia según la norma ISO 9000. Algo bien distinto son las especificaciones de producto en los cuales él "el cliente que paga el servicio" no interviene en requerimientos de diseño, ni especificaciones de productos, ni en definición de los estándares que determinarían la desviación de las características del producto en términos de control de procesos y por ende de la calidad.
Profundizar en este aspecto no es el propósito del artículo, pero si pretende identificar las alarmas en términos de buen juicio a los conocedores de la calidad y la necesidad de educar a los usuarios que pagan por el producto o servicio.
La teoría económica
No es extraño el análisis económico que permite identificar la invención de la institución "escuela -desde el kínder hasta la Universidad" iniciado en el siglo 14 y siglo 15 lo cual indica que solamente es una invención de hace unos 500 años y no ha tenido grandes variaciones. Es una necesidad económica optimizar el tiempo "se aprende escolarmente desde las siete hasta las tres" optimizar el costo "un solo profesor para 25 o 45", optimizar el espacio "un salón de clase", optimizar la duración "de cinco a siete años, clases de 40 minutos, de 8 a 17 años, clase de 45 minutos, de 18 a 23 bloques de dos horas" etc... Pensando en términos de ciclos productivos y en procesos continuos de producción de bienes o servicios, se puede contratar mano de obra que permite el escalonamiento de dedicación por tiempo asignado, acorde con las leyes laborales de la época, períodos de labor de tiempo completo, de medio tiempo y por horas.
La calidad del servicio ¿que tal un indicador?
Queda sobre el tapete un grupo de interrogantes que valdría la pena indagar en mayor detalle, para identificar en términos de especificaciones las características de la calidad de la educación. Desde la perspectiva del buen artesano, mientras más tiempo dedique a la construcción de su producto incorpora mayor calidad a su producto. El ejemplo puede resultar rudimentario, pero es muy explicativo. ¿Saben los “Clientes del Sistema[i]” la cantidad de horas que dedica un docente a dictar clase? ¿Cuántas horas adicionales tienen los mismos docentes para la evaluación, revisión y mejoramiento del producto? Sería altamente deseable poder obtener un indicador que permita identificar el número de horas disponibles, para comunicarse con los “Clientes del Sistema” y establecer vínculos que pudieran reforzar y adicionar calidad al servicio.
Los cálculos de economía básica, pudieran claramente identificar los costos dedicados a la mano de obra de profesores de tiempo completo y de profesores por horas. Si es un sistema productivo y en economía de escala, sería muy rentable estandarizar los cursos y contratar su repetición con profesores dedicados exclusivamente a dictar clases, lo cual es una propuesta posible. En este caso el “Cliente del Sistema” no dispondría, ni fuese posible establecer procesos de comunicación con el docente, porque ese profesor estaría a todo el tiempo copado dictando clases. ¿Cuál sería la parte de especificaciones y características de calidad que pudiera demandar un usuario del servicio por el cual está pagando? Y si quisiera interactuar de forma personalizada a ese docente, el profesor tendría grandes dificultades porque su función tendría énfasis en el control de la calidad de lo que hace y no en la interacción de quien recibe su servicio. En este caso su alumno. Quedan muchas más preguntas. Intentaremos responderlas en artículos posteriores, pero debe quedar claro que el modelo educativo persigue dos modalidades de prestación de servicio, en términos de atender las especificaciones.
Para la educación básica el escenario real es que si el cliente es el padre de familia el responsable del proceso deberá disponer de más tiempo para su atención e interacción, más el tiempo necesario para dictar las clases. Si el cliente es el alumno deberá disponer más tiempo a los procesos de transferencia y de dictar clase y no dispondrá de tiempo para comunicarse con los padres de familia. ¿Cuál de estos dos modelos es la Institución Educativa donde están sus hijos?
Y para la educación “superior”[1] la gran pregunta ¿Las certificación de la calidad es una diferenciación de producto en el mercado? o ¿Es la cualificación de los procesos para aprender y descubrir, para controlar, modelar y mejorar la gestión del conocimiento construyendo caminos de competitividad del país?
[1] Este supuesto induce a pensar que la educación básica es de carácter inferior. En términos de una PAIDEIA MODERNA de occidente implica la ausencia de finalidad del sistema educativo.
[i] Las comillas tienen la pretensión de mantener la pregunta; ¿si la mirada es desde el aprendiz o de quien paga el servicio? El objeto cambia, si cambia el sujeto