lunes, 19 de octubre de 2009

Lo abierto como nueva categoría

Los antecedentes históricos del invento de la “escolaridad” desde el Jardín de infantes, hasta el post Grado de expertos, están inscritos en el escenario de lo académico que tiene según los sabidos en la materia unos 600 años. Es un ciclo suficientemente amplio en los cuales han ocurrido dos escenarios o momentos que tienen un impacto duradero. El primero, cambiar más de 1000 años de tradición en la forma de mantener, acumular y administrar el conocimiento que involucraba una dualidad de oficios entre el escribano y el sabio y el almacenamiento de los escrito y lo sabido o conocido y pertinentemente útil. Me refiero a la imprenta.

El segundo evento es el descubrimiento de “el individuo” como ente con autonomía en sus funciones volitivas, cognitivas y de discernimiento a partir del racionalismo, el iluminismo y el cartesianismo que dan fundamento al pensamiento científico. Para no alargar la historia Gutenberg y las ideologías protestantes, el existencialismo Nitcheniano

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y muchos otros que abren escenarios que desacomodan los procesos de conocimiento y la relación del hombre frente al “SABER SER EN EL MUNDO” con Heidegger y muchos pensadores más. Me refiero al pensamiento racionalista.

La enseñanza y la didáctica son el método de entrega de conocimiento que instaura formas de dependencia y es asumido de manera institucional por lo que denominamos la academia. El invento de “la escuela” es una solución de economía de tiempo, transferencia, distribución, entrega, etc., de “versiones de conocimiento” apropiada por los docentes en la construcción de los nuevos ciudadanos para inscribirse en un Status Quo imperante. El discurso pedagógico toma sentido y se construye como un arte – no soporta el estatuto epistemológico de ciencia - que facilita y propone modo, oportunidad y forma de entregar o disponer el conocimiento en el escenario de “Un salón de clase”. Debemos agradecer a los pedagogos por sus aportes, a sus escuelas por las luces propuestas al modo y forma de enseñar. Lo cual imprime condiciones de dependencia, por autoridad, disciplina y dominios apropiados por el docente. Además de otras condiciones ideológicas que no quiero tratar en el artículo.

El aprendizaje, las corrientes y escuelas Psicológicas y sociológicas, lo simbólico, lo cultural y lo tecnológico intervienen en los aprendizajes y es lo que en la práctica ocurre en el elnr09. Es una bella oportunidad y es menester debatir en su escenario la “Categoría de lo abierto” pues no tiene un cimiento pedagógico clásico, como lo plantea nuestro colega Leonel http://cursoabiertoelearningelrn09.blogspot.com/2009/10/cimiento-pedagogico-del-elrn09-iv.html. Entiendo desde mi óptica particular que la pretensión de Diego, no es enseñar en términos estrictos, sino que abordemos el reto de aprender, con los recursos propuestos, además de los posibles, para construir una parcela de saberes que nos permita aproximarnos al concepto general de e-learning. Asumir la conciencia del proceso de “sabernos seres que sabemos” que podemos aprender y diferenciar, debatir, colaborar, dialogar. Percibo que es menester una nueva ética y nueva moral que nos aleje del engaño que es una posibilidad de la apropiación del saber como bien lo plantea Edgar Morán. La invitación es sentirnos frente a la experiencia de aprender sobre e-learning. Que es bien distinta a la presencia de la posibilidad de que nos enseñen que es e-learning. Quiero decir que hay que diferenciar entre aprender y enseñar y que son conceptos que no van juntos porque son procesos distintos. La pedagogía clásica los quiere juntar a toda costa y soy de la corriente que cree que deben estas siempre muy separados

La conciencia del proceso y la presencia ante el proceso son dos momentos muy distintos, por cuanto la posibilidad de “saber que podemos saber” como ofrece una experiencia autónoma, se propone un camino, unas posibilidades de encuentros y conversaciones, de recursos y diálogos. Ello genera una posibilidad de asumir el proceso de aprender como un acto de libertad y se supera una condición de dependencia al ámbito exclusivo de quien enseña. Lo académico propiamente dicho en términos tradicionales –hasta el momento- es un acto limitado de una propuesta definida por el alcance de los conocimientos del “Profesor del curso” lo cual es lo que se ve superado en “lo abierto”. El alcance es una negociación totalmente holística a partir de las nuevas condiciones de actividades de aprendizaje que son modeladas por descubrimiento y búsquedas y que el soporte a las actividades no se definen por lo que hay que enseñar sino por las posibilidades de aprender. Son acciones de aprendizaje que se dan aleatorias, selectivas, motivadas y asumidas por la subjetividad de quien quiere aprender. El curso es más una concurrencia de subjetividades en las elecciones de aprendizaje que un direccionamiento de enseñanza. No olvidemos muchos años de condicionamiento, adoctrinamiento o domesticación etc., -escojan la acepción menos incomoda- sobre la cual nuestros procesos mentales están habituados.

Lo amplio de las fuentes y la selección de los elementos, dan una dimensión poco regulable y creo que de eso se trata. La cibernética de segundo orden apoya esta nueva forma de proponer los procesos sistémicos de aprendizaje. Lo digo de buena fe sin ánimo dogmatizante que hay un agotamiento del pensamiento pedagógico y como lo planteo al inicio es necesario dar cabida a nuevas reflexiones de “Lo abierto como nueva categoría”. ¿Cómo podemos seguir construyendo conocimiento desde nuestras propias limitaciones personales? ¿Qué validez de engaño o certeza nos permite entregar nuestras particulares formas de saber lo que sabemos? Son más las preguntas. Los invito a que pensemos en el nuevo rol de ser facilitadores de actos de libertad de nuestros alumnos. ¿Qué posturas y teorías de “Lo que somos” debemos poner a disposición de quienes se puedan aprovechar de nosotros para aprender?

sábado, 10 de octubre de 2009

Reflexiones sobre los objetos de aprendizaje y una de las teorías de la calidad

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Los nuevos escenarios de los cursos abiertos y la utilización de las tecnologías de comunicación hacia fuera del "campus universitario" son los pasos iniciales que vislumbran la inclusión en nuevos paradigmas, por cuanto se empieza a reconocer "las fisuras ideológicas" que implican la presencia en la Universidad de la cibernética educativa. El hecho de traspasar las fronteras internas de la Universidad y estar dentro del aula de clase, implica de suyo una concepción económica e histórica. Es una situación formalizada que se reconoce como "estar matriculado". De alguna manera la virtualidad antes de la existencia de las tecnologías de la Internet, era una solicitud en algunos casos formales y en otras no, a partir de un convenio personalizado entre el docente y el alumno o un convenio entre la institución y el alumno, para asistir a clase sin la validación de las estructuras de evaluación. Tener o no tener la evaluación o la calificación del curso, era la condición legal sin la cual, se daba la existencia de la presencia virtual "como un asistente al curso" o un participante del curso, al cual se le otorgaba el derecho o no de adquirir "una nota". Esto era como una arqueología de estar y no estar. Entre la polaridad de ser y no ser como algunos conciben lo virtual.

Hace unos 10 años antes, no existía la conceptualización de los “objetos de aprendizaje”. Una de las acepciones que ahora existen en el entorno, pudiera ser asimilada como el aporte que recibe un estudiante en el proceso presencial de escuchar al docente "dictar una clase". Esta relación cara a cara estaba determinada por un acuerdo previo. La relación que subyacía por una dualidad de oportunidades que oscilaban entre la libertad de cátedra y el silencio docente -como algunas veces lo hice- y los vínculos económicos como los derechos de matrícula o el pago del curso, o cuando su condición era de un tratamiento especial en los procesos de iniciación de los cursos y de los periodos académicos. Pienso que los objetos de aprendizaje son todavía un caleidoscopio de opiniones como ejercicios de parcelación desde algunas teorías pedagógicas del saber.

En estos términos por definición, el acceso a los objetos de aprendizaje se daba por la relación misma de ser un testigo de excepción frente al discurso del docente. La definición de este problema preliminar se atenía a una relación jurídica, una dualidad de coexistencias de naturalezas jurídicas, entre el estudiante y la Universidad porque el vínculo que existía entre la Universidad y el docente era de naturaleza contractual “laboral” mientras que la otra relación era de naturaleza "académica". Lo que quiero significar, es que la convivencia de estas dos naturalezas de contratación, le dan la definición a la arquitectura de aprendizaje en términos contractuales, que tiene como un común denominador los procesos económicos subyacentes que son perceptibles, bajo un enfoque de economía política, lo cual le da un componente profundamente ideológico a la construcción de esta relación.

Cuando se quiere hablar de la calidad incluida en los “objetos de aprendizaje”, se me viene a la mente el principio de la calidad subjetiva. No existe la menor duda en términos de ingeniería de la software y la definición de la estructura de datos que describen requerimientos de uso o tipo, definición, contenidos etc.., para darle rehusó a los objetos de aprendizaje a partir de los estándares LMS LD y los lenguajes XML, para ser utilizado en otras plataformas. Bajo esta óptica ingenieril, existe “una calidad de los objetos de aprendizaje”. Otro resultado de la calidad, se da en cuanto la utilidad de un conjunto de “objetos de aprendizaje” que aplica o no, a un diseño curricular particular, cuyas especificaciones puede ser tan próximas en algunos casos, además de pertinentes o improcedentes para la formación de un profesional específico. La calidad puede ser subjetiva y quiero citar dos ejemplos que ilustran esta concepción. Existe el comentario sobre los autos modernos que tiene muy poca calidad porque sus latas ya no son tan gruesas y tienen una gran cantidad de componentes plásticos. Este argumento adquiere sentido cuando hace unos años unas latas gruesas protegía a los conductores en caso de accidentes, pero los carros no fueron diseñados para ser chocados, esto significa que quien compara la calidad de los carros antiguos con latas gruesas, no ve la calidad de los vehículos modernos con latas más delgadas y componentes plásticos cuya especificidad y características de calidad, son el bajo consumo de combustible y las seguridades que poseen los vehículos en las tecnologías de frenos, cinturones de seguridad etc.. Esta es una discusión circular, porque no podrá haber acuerdo entre la calidad que juzga una persona de los vehículos hace 20 años con la calidad que percibe una persona actualmente con los nuevos vehículos más económicos y pequeños.

Si los objetos de conocimiento tuviesen las características de mercancía, otra sería la realidad sobre su consumo, utilidad y aplicación. Si aplicamos la metodología de la economía política con su valor de cambio y valor de uso, estaríamos posiblemente construyendo una nueva herejía de tamaño mayúsculo. Si los objetos de conocimiento pudieran ser tratados de la misma manera como las canciones que se clasifican por autor, ritmo, estilo, gustos, contextos etc, en distintos formatos como MP3. Wav etc, con una alta tasa de uso y muchas plataformas disponibles para ser usados y accesados con conexiones P2P la posibilidad de la construcción del conocimiento humano estaría en otras dimensiones.

La reflexión pretende indicar, que hay otros escenarios de debate y depuración que incluye lo ideológico, lo económico y lo histórico pero es menester asumir otro paradigma de análisis para validar y reconocer la importancia de la construcción de los objetos de aprendizaje, sin la mediación tradicional de la institucionalidad académica. Queda también por debatir, la teoría de la granularidad del conocimiento como una característica de calidad de las teorías de enseñanza que perciben su construcción como árboles y nodos, desconociendo el proceso electivo y de motivación de quien quiere mejorar y optimizar el acceso al conocimiento. No tenemos evidencia que permite inferir que una propuesta curricular sea el resultado de un diseño de fractales temáticos de disciplinas sugeridas por un equipo académico. La yusta posición temática de la teoría curricular no se aproxima a los procesos reales de aprendizaje. Una teoría de la complejidad y el enfoque por competencias es un discurso más atinado[1].

Las propuestas curriculares obedecen más a una categoría de mercados que pretenden llenar espacios laborales y ocupacionales, permitiendo que el sistema académico sea viable en términos de oferta y demanda de futuros profesionales. Es una lógica distinta a la construcción del conocimiento que todavía no se aproxima a los escenarios de análisis que pudieran ser de gran utilidad para la construcción y generación de objetos de aprendizaje.

Finalmente creo que es pertinente mirar los posibles escenarios paradigmáticos en los cuales sea posible la reutilización de los objetos de aprendizaje porque pienso que no sean del todo inútiles, pero es apenas un intento de construcción que todavía no tienen clara la finalidad o de un trabajo de escatología pedagógica tradicional. Es menester promover reflexiones que permitan su utilización en aras de la competitividad de un país. Todavía hay un síndrome que no deslinda del invento de Gutenberg aplicándolo a la informática para su utilización académica.

Con todo respeto creo que hace falta construir nuevas miradas de esta complejidad, compuesta por esfuerzos bien intencionados pero circunscritas a modelos institucionales pertenecientes a otros momentos de la historia.

A partir de las reflexiones creadas por la lectura del documento "objetos de aprendizaje: cuatro años después" de Diego Leal, me pareció pertinente rendir cuentas con mi propia percepción de esta temática que puede dar origen a una polémica mayor en los círculos académicos. http://www.scribd.com/doc/20576873/DiegoLeal-OA4AnosDespues?autodown=pdf

[1] Sergio Tobón Formación Basada en Competencias ECOE Ediciones ISBN 958-648-419-X