sábado, 4 de julio de 2009

Inventando indicadores de calidad en la educación

Con la pretensión de acercar a los lectores a un reconocimiento de la calidad como un concepto complejo, desearía puntualizar dos reflexiones que resultan importantes para avanzar un tanto, en el conocimiento de la calidad al interior del sistema educativo.

Con la pretensión de establecer unas medidas específicas del alcance de la calidad, las estadísticas descriptivas nos pueden indicar algunos estándares que puedan estar reflejados en el sistema evaluativo y puede ser un indicador los altos niveles de calificaciones de una población educativa, dentro de una institución o de un grupo de instituciones. Esta manera de ver las cosas, no debe soslayar la problemática subjetiva que tiene el sistema evaluativo. <en tanto un número no indica el nivel de conocimiento adquirido, ni refleja las competencias alcanzadas y mucho menos dar información específica sobre indicadores de calidad.

Otro modo de ver el enfoque de la calidad en el sistema educativo, puede ser el grado de satisfacción de los clientes externos (padres de familia) con respecto a las habilidades y destrezas adquiridas por sus hijos en la institución educativa. Este escenario es una prueba de la investigación y auto aprendizaje “no promovido por la institución educativa” Es un aprendizaje no escolar en muchos casos.

Utilizar las herramientas informáticas en algunos colegios se están incluyendo en el Diseño curricular, pero tiene la limitación de una gran población de usuarios para un grupo restringido de equipos; por cuanto su costo e implementación exige inversiones superiores al modelo económico imperante, de economías controladas con respecto a los ingresos por matrículas y pensiones. Este debate entra en un círculo vicioso de creer que la calidad del educación está impedida por las regulaciones económicas. Esta discusión se repite como descubrir "cual fue primero el huevo o la gallina"

Lo curioso de este debate, es que desplaza la atención para atender el problema de manera estructural. Esto es, ¿cuáles son los escenarios de aprendizaje posibles que un estudiante tiene frente a las herramientas informáticas?. Esta pregunta nos plantea dos momentos: por un lado, la inversión pública hace grandes intentos por aumentar el nivel de máquinas por alumno. El estándar nacional es de 20 alumnos por computador. Si miramos el estándar en las instituciones de educación privada de los estratos 3,4 y 5 este indicador cambia radicalmente. Esto no llevar al segundo elemento de la discusión. ¿Cuáles son las propuestas pedagógicas que incluyen el uso de los computadores existentes en el contexto escolar "incluyendo el aula de clase y el hogar". Lo interesante de estos dos extremos de análisis, es que polariza las cantidades. De un lado en la institución hay muy pocos computadores para los alumnos. Del otro lado son muy pocos los profesores que estarían habilitados para trabajar con dicha estrategia.

Esta situación convierte el problema en un enfoque similar al del “huevo y la gallina” porque son espacios del contexto de la vida de los estudiantes pero desconectados de los proyectos institucionales. De un lado el proyecto institucional de la familia ha delegado en el colegio la incorporación de este tipo de saberes y para ello paga. Del otro lado, la institución educativa recurre a las limitaciones oficiales o a la teoría ideológica de defender a los pobres, para no imponer dicha obligatoriedad en los proyectos curriculares. Parece ser un círculo vicioso, pero es necesario darle salida. En este caso los indicadores de calidad nos dan algunas pistas. ¿Cómo poder medir la cantidad de horas de formación de los docentes en la incorporación de las tecnologías de la información en la comunicación? La actualización docente es un indicador de calidad. Sugiero una fórmula particular. Restar el número de horas laborales de una semana de cinco días por ocho horas diarias a la cantidad de horas que tienen asignadas los docentes para dictar clases. Agrupar estos datos en una gráfica de distribución simple  de Número de horas disponibles por profesor, grado, por sección etc..  Estipular como indicador de calidad  la disponibilidad potencial de formación en TICs”.

Esto nos pudiera indicar la capacidad que tiene la institución educativa para establecer una estrategia formativa que permita actualizar a los docentes en las tendencias de la modernidad. Sería altamente deseable que las asociaciones de padres de familia pudieran comparar estos indicadores y optar por inducir y colaborar a la institución en un proceso de actualización docente en las herramientas de la modernidad. Basta solamente preguntar cuántos de los alumnos están usando facebook, messenger, ICQ, Skype y otras herramientas de comunicación a sincrónica y sincrónica y cuanto hace que vienen interactuando con herramientas de comunidades sociales virtuales. En mi época cuando quería conocer a una chica, preguntaba: “Estudias o trabajas?. Ahora es: ¿cual es tu usuario en Facebook?.

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